Centro Urbano

El Centro Urbano de Zipacón , también conocido como la cabecera municipal, representa el núcleo histórico, político y cultural del municipio. Su extensión es de aproximadamente 25,48 hectáreas , según el diagnóstico del Esquema de Ordenamiento Territorial (EOT), y en ella se concentran la mayoría de los servicios públicos, administrativos, educativos y religiosos del territorio. A pesar de su reducido tamaño, esta zona cumple funciones estratégicas que la convierten en el corazón del municipio, tanto por su valor simbólico como por su papel operativo.

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Ubicado en una ladera con pendiente media, el casco urbano se organiza alrededor de su parque principal, la iglesia de San Antonio de Padua, la alcaldía y otros edificios emblemáticos. Su traza urbana tiene una distribución radial, con estrechas calles de origen colonial, lo que le da un carácter patrimonial distintivo. Estas características lo posicionan como uno de los pueblos con mayor encanto arquitectónico y potencial turístico de la región de Sabana Occidente. Varios inmuebles del centro histórico están construidos en tapia pisada, bahareque y adobe, con cubiertas de teja de barro, lo que aporta valor estético y cultural a su paisaje urbano.

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En cuanto a la dinámica social, el casco urbano es un punto de encuentro intergeneracional, donde confluyen los saberes de las familias tradicionales del municipio con nuevos habitantes que han llegado atraídos por la tranquilidad del pueblo. La plaza principal y las zonas aledañas son escenarios permanentes de convivencia, comercio y manifestaciones culturales como festivales de música, ferias campesinas y celebraciones religiosas. Estos eventos reafirman la identidad zipacona y consolidan el casco como epicentro de cohesión comunitaria.

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A nivel institucional, en esta zona se ubican la sede principal de la Alcaldía, el Concejo Municipal, la Policía Nacional, la Registraduría, la Casa de la Cultura, la Biblioteca Municipal y el Colegio Departamental Zipacón. También se encuentra el hospital local y algunos establecimientos comerciales básicos, como tiendas, restaurantes, panaderías y cafeterías. Sin embargo, la oferta limitada de bienes y servicios ha generado una dependencia parcial de municipios cercanos como Facatativá y La Mesa.

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El desarrollo urbano también ha enfrentado procesos de presión sobre el suelo por la llegada de nuevos residentes y por el atractivo del municipio como destino de segunda vivienda. Esta situación exige una planificación rigurosa, con enfoque de conservación del patrimonio y sostenibilidad ambiental. De hecho, el municipio ha promovido la inclusión del centro histórico en rutas turísticas patrimoniales, apoyados por el Instituto Departamental de Cultura y Turismo y por procesos comunitarios liderados por colectivos como las vigías del patrimonio.